MI CARTILLITA
Lo que necesitas para conceptualizar tu manera de enseñar.
La escuela como la razón de la corporación de los educadores
Por educadores se entendía eran todos aquellos que ejercían el oficio de educar a la infancia y a la juventud (cada vez más en esas nuevas instituciones llamadas escuelas) y que, en algunos casos, también se dedicaban a la reflexión teórica sobre la actividad. Ser un pedagogo, por lo tanto, era también ser un educador práctico y a nadie se le ocurría que el problema de la enseñanza fuera cuestión de personas ajenas a la enseñanza: los grandes pedagogos de la modernidad fueron, antes que nada maestros de la escuela.
En este sentido, es posible afirmar que la educación escolar constituía una razón de la corporación de los educadores. Eran los propios educadores quienes construían un saber sobre la enseñanza, formaban a sus discípulos en el arte de enseñar y divulgaban sus ideas acerca de las cuestiones filosóficas, políticas y didáctica de la transmisión de saberes.
Durante mucho tiempo, entre mediados del siglo XVI e inicios del siglo XIX tanto en Europa como en América (América del norte e Iberoamérica), las principales corporaciones de educadores fueron las órdenes religiosas, católicas y protestantes. Piénsese por ejemplo, en los educadores jesuitas o franciscanos, en primer lugar estaban de por sí organizados institucionalmente como cuerpo mas allá de la tarea de enseñanza, lo que les deba cierta independencia e identidad institucional.
En segundo lugar, si bien la educación ocupa un lugar fundamental, no era la preocupación central sino la oración y la evangelización, lo cual brindaba a los educadores un fuerte respaldo teológico y doctrinario de sus acciones. En tercer lugar, durante los largos siglos de su actuación, las órdenes supieron hacer un acopio mayúsculo de sus experiencias y sus saberes pedagógicos, saberes que constituyen la base central desde la que se forma con la pedagogía moderna.
LA ESTATALIZACIÓN DE LA INSTITUCIÓN ESCOLAR
A principios del siglo XIX, algunos estados de Europa y de América comienzan a tener mayor presencia en la gestión de las escuelas. Se trata de las nuevas burguesías que intentan poner coto al poder político de las congregaciones religiosas y para eso recurren, entre otras estrategias política, a una lenta aunque sostenida estatalización de la educación escolar, para lograr esto, el estado se posesiona como garante de aquello que los educadores venían predicando hace varios siglos, pero que todavía no habían podido conseguir: el ideal pansófico, educar no a unos pocos en unos pocos saberes sino educar a todos en todos los conocimientos. Sin embargo, los estados que empezaban a financiar escuelas públicas ya no estaban dispuesto a jugar un rol pasivo en el proceso de escolarización. Por el contrario, estaban dispuestos a interceder en corporaciones de educadores (laicas o religiosas) y, en muchos caso, intentaban acabar con ellas definitivamente: el estado solía ser muy celoso de sus competidores a la hora de educar en escuelas
EL ADVENIMIENTO DE LA OBLIGATORIEDAD ESCOLAR
El último de los mecanismos que tiende a la estatalización de la escuela, ya expuestos la contratación salarial de los educadores y el control sobre las congregaciones religiosas en tanto principal corporación y, por ende, en tanto principal competidor del estado en materia escolar, es la obligatoriedad escolar.
Cuando el estado se hace cargo de la escuela también obliga a los padres a enviar a ellas a sus hijos, con diversas penas en función de su incumplimiento. A inicios del siglo XIX, la obligatoriedad escolar está dirigida, especialmente, a reclutar para la escuela a varones pobres: las mujeres no merecían ser educadas en escuelas y los niños de clases altas ya se venían educando por medio de instructores e institutrices o en las órdenes religiosas más tradicionales y prestigiosas. La obligatoriedad total de asistencia a la escuela era para los pobres.
La aparición de la obligatoriedad obedece a dos factores. El principal, la detención de un cuerpo social, el cuerpo infantil, el que merece a su vez un tratamiento especializado brindado en la escuela